La primera victoria suele ser la más celebrada en el vestuario. Sus benéficos efectos van más allá del valor de los puntos. La primera victoria es la que cambia las dudas por las certezas, es la que certifica que el trabajo que se ha hecho durante el verano ha sido el correcto, la que convence a los futbolistas de que están en el buen camino, de que lo que les cuenta el entrenador es lo más adecuado. Por todo eso es importante que la primera victoria llegue pronto; si lo hace en el partido inaugural de la temporada y encima fuera de casa, la dosis de autoestima es de tal calibre que mantiene al equipo flotando durante toda la semana.
El renovado Athletic de Valverde no ha podido empezar mejor la temporada. Su triunfo en Valladolid llegó por la vía de la organización y el trabajo bien hecho. Es verdad que se repitieron algunos viejos errores, que la defensa flaqueó en bastantes momentos, sobre todo en el inicio, que el equipo volvió a hacer el canelo concediendo el gol del empate dos minutos después de adelantarse en el marcador. Todo eso y algunas cosas más no pueden ni deben pasarse por alto; pero tampoco hay que menospreciar otras virtudes que tuvo el equipo durante muchos minutos que fueron las que, en definitiva, le llevó al éxito.
vía El Athletic logró los tres primeros puntos en su estreno en Valladolid.